jueves, 10 de octubre de 2013

Barranco de Las Ruedas de Ocón y hayedo de Carbonera

Distancia: 14,1 km
Tiempo aprox.: 4 h 45 m
Dificultad: media

El texto descriptivo de la subida por el barranco de Las Ruedas ha sido extraído de "La Rioja: Paseos por la naturaleza (I)" (Comunidad Autónoma de La Rioja. Consejería de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente. 1985).

Desde la llegada al parque eólico, este recorrido coincide con el "De Ocón al hayedo de Carbonera".

Recorrido

Perfil
Desde Logroño, hemos seguido la N-232, y a la altura de Ausejo hemos tomado el desvío hacia El Redal por la LR-259; justo a la altura de la señal que nos indica que entramos en éste, giramos a la izquierda para tomar la LR-472 hacia Los Molinos y La Villa de Ocón; poco después de pasar Los Molinos y seguir hacia La Villa, el empalme de la LR-475 a mano izquierda nos lleva hacia Las Ruedas de Ocón.

Nos proponemos visitar la zona forestal del Valle de Ocón, enclavada en la vertiente norte de Sierra de La Hez, remontando para ello uno de sus barrancos más profundos y boscosos, de singular belleza y contrastes: el barranco de Las Ruedas de Ocón (o también, barranco del Sol).

El barranco de Las Ruedas de Ocón

Pista que remonta el barranco de Las Ruedas de Ocón
La actual aldea de Las Ruedas de Ocón, medieval en sus callejas, da inicio a nuestro paseo, por una pista forestal que, en continuo ascenso, se adentra en el valle. La pista arranca girando a la izquierda al final de la primera calle urbanizada que encontramos a mano derecha nada más entrar en el pueblo la carretera; tiene un primer tramo asfaltado, hasta un depósito de aguas cuyo acceso dejamos a la derecha, y el resto una anchura y un firme que la hacen apta para el tráfico rodado, sin duda para el servicio del parque eólico.

Pronto cruzamos un paso canadiense y dejamos a la izquierda una pista por donde luego volveremos. Un poco más adelante, encontramos a mano izquierda una zona de recreo acondicionada con asadores y mesas; seguimos de frente, siguiendo la referencia del arroyo, ignorando otra pista que desvía por nuestra derecha. 

Dejamos atrás pequeñas repoblaciones, bien crecidas y muy prietas de pino silvestre, alineadas en lo que fueron antiguos campos de cultivo, hoy abandonados y comidos por el helechal. En el barranco hay un pequeño regato donde medran estirados chopos, algunos trasmochos hace tiempo, y matorral que viste, en estos primeros pasos, laderas y lomas. Predominan escobas, brezos, biércoles, helechos, cantuesos y enebros, estos últimos sobre materiales móviles y erosionables, tan abundantes en esta sierra, realizando una importante labor de contención de tierras. La floresta crece a expensas del matorral si el hombre no altera la dinámica natural. En estas cotas, todavía abierto el valle, domina el rebollar en cualquier orientación. Los robles son jóvenes, de escasa altura y fino tronco, salpicados de algún ejemplar más añejo; forman una densa masa que cobija los rebrotes rastreros del rebollo, mantenidos a raya por el ganado. En algún lugar se hace impenetrable incluso para los jabalíes. En primavera, las herbáceas que pasaron el invierno enterradas entre la hojarasca, echan brotes y florecen a las sombra del dosel arbóreo: violetas, pulmonarias, geranios silvestres, prunelas, se hacen abundantes.


Mezcla de especies en el barranco

En época otoñal, el colorido se enciende y las vistosas florecillas son sustituidas por mil formas de setas, no menos llamativas, rebuscadas sin cesar por aficionados.

Abajo, en el río, la vegetación asociada al agua corriente escasea, algún sauce y sobre todo avellanos que bordan el camino en lugar manantioso, crecen en cualquier vaguada húmeda. Hayas aisladas también se aventuran en la zona.

En lo alto, caen hacia el valle cantarrales o disecadas formados por fragmentos de cuarcitas, de vida propia, que frenan la cubierta vegetal. El hayal a mayor altura crece vigoroso de espaldas al sol; en la solana continúa el rebollar. El contacto entre ambas formaciones origina una mezcla de robles y hayas donde surge algún ezcarro (arce).


Interior del hayedo en la cabecera del barranco
El hayedo, espaciado y de corta edad, está formado por árboles muy ramosos, unidos de copas que proporcionan buena sombra en el estío. Dejamos a la izquierda una senda que lleva a Fuente Pata la Mora. Cierto cansancio aparece en el último tramo del trayecto, con cuestas más pronunciadas, pero el cielo se recorta ya en la cumbre, animándonos en la subida.
La cima de Cabimonteros
Llegamos a un punto de encuentro con un par de pistas que vienen por nuestra derecha; seguimos de frente para adentrarnos en el parque eólico. Tras un repecho final, alcanzamos la pista que a derecha e izquierda sigue la línea de los aerogeneradores; entre dos de ellos, a nuestra izquierda, el camino se bifurca, y bien cogemos el primer ramal, por detrás de los aerogeneradores, para ascender hasta Cabimonteros, que con sus 1389 m es la cumbre de Sierra la Hez, con su torreta de vigilancia contra incendios forestales, entre pinos que ocultan prácticamente todas las vistas, o bien continuamos por la pista del segundo ramal. Cualquiera que sea la opción que escojamos, llegaremos a punto de encuentro, en una zona más abierta que nos deja ver otro grupo de aerogeneradores a nuestra izquierda; seguimos la pista en la dirección que nos acerca a ellos. La pista discurre entre pinos, rebollos y hayas, bajo los gigante eólicos. A la altura de un cortafuegos, podremos atisbar hacia el sur Peña Isasa y Peñalmonte. Más adelante, dejamos a nuestra derecha una entradita vallada que da acceso a un refugio.

Entrada hacia el hayedo de Carbonera

A partir de aquí, estaremos atentos para encontrar, unos 800 m después, en una zona abierta una espigada estructura metálica con aparatos de medición de viento, ya que justo antes de llegar a ella dejamos la pista y nos echamos por una ancha senda que baja a la izquierda (nos orientará una señal que restringe el tráfico rodado por la misma) para adentrarnos, tras cruzar un paso canadiense, en el hayedo de Carbonera, uno de los más bellos de la región.

Senda por el interior del hayedo de Carbonera
Hayedo de Carbonera
Tras descender algo más de 2 kilómetros, siguiendo el cauce del arroyo Molina, dejamos el hayedo cogiendo una ancha senda que baja por nuestra izquierda, con la indicación de San Julián. 

A menos de 100 m encontramos a nuestra derecha un abrevadero. Más adelante, cruzamos el barranco por un puentecito, al que sigue un paso canadiense, para iniciar la última parte del recorrido, que nos lleva de vuelta a Las Ruedas de Ocón por la pista que bordea el monte a media ladera; el pueblo ya es visible en la distancia, así como, más allá, La Villa de Ocón, custodiada desde lo alto de una loma por los restos de su castillo.

Llegamos, después de algo más de 1 km, al encuentro con la pista que remonta el barranco de Aldealobos o San Julián; la cruzamos, bajando hacia un abrevadero y una caseta de la captación de aguas, dirigiéndonos hacia la continuación de la pista que asciende por la ladera de enfrente. En nuestro regreso, se van alternando repechos más o menos fuertes con bajadas o tramos más llanos en los que reponer fuerzas, pero siempre acompañados de unas fabulosas panorámicas del Valle de Ocón y sus pueblos.

Aún nos quedan un par más de km para, no sin antes cruzar el barranco de Oteruelo, alcanzar la pista por la que iniciamos el camino que nos llevó a remontar el barranco de Las Ruedas.

Mapa del recorrido



Ver Barranco de Las Ruedas de Ocón y hayedo de Carbonera en un mapa más grande.

Un archivo .gpx con el recorrido puede ser descargado aquí.

Más información sobre el Valle de Ocón.

3 comentarios: